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EL ABOGADO DE LOS MUERTOS ( cap 12 ) por Nochi



(COMENTARIOS PARA LA ESCRITORA,, GRAX)

Capitulo 11

Ojeras moradas, palidez extrema, dando a observar todas sus venas y arterias ya pausadas, sin sangre circulando.
De cabello canoso, corto y fino.
Las arrugas se hacían presente entre sus facciones.
Vestía su cómodo camisón rosa hasta los tobillos, con mangas largas y puños voleados.
Altura pequeña, apenas me llegaba al comienzo de mis pectorales.
Pies descalzos y pequeñitos.


Y detrás de nosotros se encontraba ella, inclinando su cuerpo para depositar un ligero y frío beso en mi mejilla. Sonriente, como siempre la vi, sonriente como siempre la recordé. Ni La Muerte pudo borrar ese deslumbrante brillo que desprendía.

Maud, la madre de mi progenitora, la señora que vivió sus 71 años en humildad, en plenas guerras, en grandes cambios.
Una de las personas que más adoré en su presencia terrenal, y que de un día para el otro, expiró de la vida que le habían ofrecido.

Tal fue mi asombro al verla que aunque parpadeé varias veces e intenté hablar, no pude.

Tom sonreía complacido. Se aferró al brazo de nuestra abuela y ambos me miraron.

–Míralo, abu –dijo Tom- Te dije que estaba hermoso.
–Pues claro. Mi querido Willy.


¿Willy? Hace exactamente 14 años que nadie me había llamado así.

No me importó que alguien estuviera pasando justamente por allí, no me importó que me vieran como un loco.
Abracé su espacio, dejando asomar por mis mejillas una lágrima. Después otra más, y otra, y muchas otras.

–Calma, pequeño Willy, la abu esta aquí para ti, no temas.- calmaba mi llanto la mujer que nunca me dio la espalda, la que me amaba, la que no me dejaba solo encerrado en una enorme casa mientras se iba de fiesta. La mujer que parecía mas mi mamá, que más me amó y me sigue amando – Tus ojos son bonitos…
–Ya no llores mas…-hipé siguiendo la canción de cuna que solía cantarme al anochecer.
–…que estoy yo contigo…
–Y ya…no…sufrirás- culminé, aun llorando.
–Oh, Willy sigues siendo tan bueno…

–Vayamos dentro de la habitación, cariño– me dijo Thom, agarrando mi cintura al despegarme de la abuela. Y yo me secaba mi cara.



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–¿Cómo has estado, abuela Maud?-hablé mientras los tres íbamos por el pasillo hacia mi cuarto.
– A que no sabes con quien me he encontrado.
– Con el abuelo?
– Pues claro, aunque hemos tenido algunas peleas, lo he visto coqueteando con unas viejas.
–Oh…

–Abu, dile. – habló Tom
–Todavía no es momento, Tomi, no comas ansias.
–¿De que hablan? ¿Qué es lo que pasa?-pregunté salido del enfoque.
–Te lo diré luego Willy.

Pasamos dentro de la 520, que se encontraba cálida. Se sentaron en la cama mientras fui al baño a lavarme la cara y al volver fui hacia la mini-heladera para buscar una soda.

Tomé asiento en un extremo del colchón y espere a que la hermosa mujer que adornaba mi habitación de hotel hablara.

Platicamos del abuelo, de donde se encontraba, de cómo se sentían, de su vida, de su muerte, de las peripecias que hacia estando muerta, de las personas a las que asustó, de cómo rogaba que yo esté bien en cada viaje, en las cosas que hablaban con Tom.

–Abuela Maud, hay algo que quisiera saber…
–Dímelo Willy.
– ¿Quién es el mayor de nosotros dos?- dije señalando a Tom y a mi.
–Adivínalo.
–Por favor, necesito saberlo abu -supliqué.
¬–Mírense un momento y verán.- habló mientras hacia un gesto con su mano.

Observé a Tom fijamente, mientras que el copiaba mi acción, sus ojos marrones eran preciosos, todo él era precioso.
–Abuela- avisó mi gemelo sin dejar de mirarme mientras se acercaba mas a mi– no importa quien sea el mayor.- tomo mi cara entre sus dedos y me besó la comisura de mis labios, de cada lado. Yo por instinto cerré mis ojos y quise seguir con el beso pero se escuchó una leve tos que provenía de la señora sentada frente a mi.

–Que yo acepte su amor no quiere decir que me lo demuestren detalladamente, hijos… esperen a que me vaya.- dijo en tono ofendido.
Luego hecho a reír.

Se había pasado el tiempo rápido, aun así, era lo de menos. Hasta a veces me cansaba de estar sentando y me recostaba en su regazo, sin pensar en dormirme.

Ella comenzó un tema nuevo de charla, un tema particularmente sensible.

–Simone nunca fue una buena madre para ti, Willy, lo sé. No pensé que te trataría tan mal. Sin embargo, Tom y yo tenemos que decirte algo.

Razonando para mis adentros, esperé a que continuasen hablándome.

–Cariño….-me llamó Tom, acariciando mi mano mientras que la abuela me acariciaba mis rodillas.– tienes que buscar a nuestro padres.

–¡¡¿Qué?!!! Ah, no… eso si que no lo haré.
–Tendras que hacerlo quieras o no, Willy.
–No! Ellos no se han preocupado por mi… yo no lo haré por ellos.
–Entonces no te asustes, jovencito cuando mi yerno se te aparezca en sueños.

Quedé enmudecido. Reflexionando.

–Abuela…- hablé tranquilo aunque el enojo crecía dentro de mí. – Tú eres testigo, de todo. De cómo siendo chiquito me crié con los vecinos, con los empleados. ¡Hasta con los empleados de los vecinos! Ellos sabían mis miedos, mis gustos, hasta sabían el día en que me cayó mi primer diente! Cosas de un ‘hijo’ que ellos tenían que saber. ¿Acaso viste alguna vez a mi madre cocinar mi comida preferida? ¿Viste a mi papá sentarse en el suelo a jugar conmigo? ¿Nos has visto, los tres juntos, abriendo los regalos de navidad? ¿Has visto si me llevaban de vacaciones con ellos? ¿Los viste cuando tomé mi primer vuelo fuera del país, aun siendo un chico que apenas conocía una parte de su ciudad? ¿Les viste preocuparse por mí? ¡NO! Me han negado todo, me dieron la espalda, me trataron como un perfecto monstruo anormal, hasta quizás le trataban mejor a un violador que justo le encontraron adulando a alguna mujer; lo tratarían mejor a él que a mi!!!! Su propio hijo! ¿Te imaginas mi dolor? Lo peor de todo esto es que me privaron de vivir con una persona maravillosa, una persona a la que ahora la amo con toda mi alma, me privaron de ella! De mi alma gemela! De mi compañero, amigo. De mi hermano gemelo! Me privaron de la vida de Tom! Tuve que convivir con adultos egoístas y que están adictos a su trabajo, sus finanzas, sus bienes y toooodo el material que puedan llenar, mientras que su corazón se congela cada vez más. Ellos también son así! Adictos a lo material, egoístas, macabramente egoístas. ¿Qué cosa no? Claro, como “sin querer” nacieron dos problemas para su vida materialista, decidieron deshacerse de uno entregándolo a quien sabe qué clase de personas! ¡¡Diablos!! Abuela, y así quieres que me vaya a verlos, como si nada? Ellos me abandonaron. Yo no sé lo que es tener padres por que nunca me trataron como a un hijo. Y que se muera el que tenga que morirse! Total, al vernos por lo menos se darán cuenta que yo no estaba loco. ¡Esto es injusto! Ellos enferman a morir y yo debo ir a verlos. ¿Y las veces que casi fallezco? ¿Qué casi tocaba a La Muerte con mis manos? ¿Pensaron mis “padres” en eso? No! ¿Para que? Si sin estorbos anormales como yo ellos están bien...

–Basta.-exclamó mi abuela – se que te dañaron y te trataron irremediablemente mal, si no quieres hacerlo por ti, hazlo por él- señaló a Thom. – por su memoria, pregúntale a ellos por qué lo dejaron. Aunque no quieras, son de tu misma sangre, son los que te enviaron aquí, no puedes negarte a eso. Ellos son tus padres, hasta el momento en que el mundo se acabe. No hay mas remedio. Así que toma un teléfono, busca su número y llámalos. Además, no puedes estar pagando esta habitación hasta diciembre. Pídele para ir a vivir con ellos.
–No! No les pediré nada a ellos. No quiero luego estar debiéndole algo.
– Willy, que eres terco cuando quieres! Aunque sea llámalos.

Perfecto, ahora tenía que enfrentarme a mis padres, al miedo más enorme que tenia al venir a Alemania. ¿Cómo podría conversar con personas que me abandonaron? ¿Qué me negaron a Tom?

Mi gemelo permanecía callado y con la cabeza gacha. ¿Estará enojado? ¿Me odiará?
Levantó su mirar y divisé en su cara el dolor y el enfado que sostenía.
Tomó mi brazo y me invitó a pararme.

–Ya volvemos, abuela- masculló Tom. –Y si no quieres vernos dándonos amor, no vayas al baño.

Me impulsó hacia la puerta de éste, y nos encerramos dentro.
Se sentó en el váter y me acerqué a el.

–Mmm… te excediste, mi amor– dijo pacientemente mientras me acomodaba mi cabello para atrás – Es real todo el dolor que nos hicieron pasar, pero eso debiste decirle a nuestros padres, no a ella. La abuela está aquí por ti, para acompañarte, y darte apoyo para ver a nuestros padres.
–Pero Tom eso es parcial, solo ellos se benefician al ir a verlos. Pensaran “oh! Nuestro hijo volvió con la cola entre las patas, se ha arrepentido, de seguro que ya se curó, vino a besarnos los pies” y sabemos que no es así. Además, no quiero, no me sentiré bien con ellos.

Abatido, tétrico, incómodo, en la peor de mis soledades. Ellos me mantendrían así.

Tom se levantó y me abrazó la cintura.
–Solo iríamos a darle las últimas semanas de vida alegres al viejo. No es para que nos reconciliemos con ellos. Si? Nos vamos?

Cara de niño con hambre viéndote comer un helado. Y no me podía resistir.

–Poder de persuasión alto tienes mi adorado gemelo. Que sepas que solo lo hago por ti y por ella. – levanté mi dedo índice, dándole a saber que si fuera por mi, no lo haría.
–De acuerdo– tomó mi espalda y me acerco mas hacia el.

Labios contra labios, besos y más besos. Esa “fresca mañana” estaba comenzando muy dulce con cada roce suyo.

Cortamos nuestra fusión y rápidamente abrí la puerta; arrastrando conmigo a Tom.

Nos paramos frente a Maud, aventurados a la posible reprimenda que me merecía.
Intenté calmar mi respiración.
La abuela, sentada, con las piernas cruzadas y las manos posadas en ellas, mirándonos interrogante.
Solté un blandengue “Dame su numero” a lo que ella y Tom rieron.
Me dictó su número y yo lo marqué en mi celular.
Apreté el botón de llamar, sentándome en la cama.
Mi pobre corazón, algún día tendría un ataque… frenarlo, esta desbocado, late demasiado fuerte.
Comienzo a temblar cuando siento que del otro lado de la línea descuelgan el teléfono.

–Residencia Kaulitz, ¿en que puedo servirle?
–Ah…a…e…
–¿Se encuentra bien?
–Eg…ah… em… si, sí, necesitara hablar con la señora Simone.
–Disculpe pero no se encuentra en este momento. ¿Quiere que le deje un mensaje?
–Em… sí. Dígale que llamó William. ¿Ella va estar para esta tarde?
–Claro, ella volverá dentro de unas horas.
–De acuerdo, déjele dicho que llamaré para el almuerzo.
–Le avisaré.
–Muchas gracias. Hasta luego.
–Hasta luego.

Corté.

¿Tendría el valor de enfrentarme de nuevo a mis peores miedos? ¿A los gigantes que destrozaron mi infancia?

Una mano en mi mejilla me dio todas las respuestas. Tendría el apoyo de Tom, allí, allá, donde sea, los dos juntos.

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