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EL ABOGADO DE LOS MUERTOS ( cap 2 ) por Nochi


(COMENTARIOS PARA LA ESCRITORA,GRAXI )

Hice las maletas anoche, en compañía de Ryan. No quería dejarlo para último momento.
Hoy me llamaron para que haga un tatuaje. En realidad debería haberlo hecho Fred, mi compañero, pero dice que por el diseño del dibujo, solo me saldría a mí. Justo en este momento me dirijo con mis elementos hacia la casa indicada.

El lugar es tétrico, un barrio alejadísimo del centro, una vivienda en estado deplorable, donde sin entrar en ella, se puede ver la mala vida de sus habitantes.
En la vereda me paro a golpear las manos, y al hacerlo corre hacia mí un doberman esbelto, con buen porte pero maltratado y con cicatrices de peleas callejeras. Ladraba fuerte, demostrando que ese territorio era suyo.
Fui atendido pronto, ya que como buen perro guardián, hizo que su dueño se enterase del desconocido en la entrada.
Su dueña era una mujer, más no parecía tal. Caminaba un tanto encorvada, y su marcha era de lo menos femenina posible.
-¡Salvaje! Vete de aquí!-llamó al perro, que con el solo decir su nombre desapareció.
Aun con su aspecto poco delicado, poseía una voz dulce y melodiosa.

-Hola, debes ser el tatuador-me dijo, observándome seria.
-Si, soy Bill-respondí
-Ajá, ya lo sabía-contesta cortante.-pasa por favor.

Di varios pasos por el piso de tierra separado de la vereda, mientras la señorita me conducía a lo que seria su “cocina”, que se encontraba atrás de la humilde construcción.

-No mires el desarreglo, no tuve tiempo de limpiar- se abalanzó sobre la mesa de madera circular y comenzó a limpiar los desperdicios.
-Está bien, no es nada-digo un poco incomodo.
-Bueno-dijo frotándose las manos- te traeré el dibujo.
Se dirigió hacia el corredor que conectaba con toda la casa.
Volvió con un papel en una mano y un cigarrillo prendido en la otra.

-¿No te molesta que fume?
Negué con mi cabeza-Yo también fumo.
-Ah...-asomo el cigarrillo a sus labios y aspiró-¿Quieres uno?-me preguntó
-Si por favor.

Saco de su bolsillo del pantalón un paquete de marca indescifrable y un encendedor. Me los dio y con unos ligeros movimientos ya me encontraba aspirando el tabaco.
-Este es el dibujo.
Lo puso sobre la mesa, cerca de mí y lo observé detenidamente. Era el dibujo de la Muerte, con una capa negra y sus alas negras desplegadas. En el fondo estaba una luna llena.
-Quiero que tenga mas neblina ¿puedes hacerlo?-sonó un tanto escéptica.
-Por supuesto. ¿En que parte?
-Aquí.- se tocó el costado de la pierna derecha.
-Ok, haré el boceto.-le sonreí honestamente, mientras que ella en una fracción de segundos cambió su cara mal humorada a una mas relajada.
-Tienes una linda sonrisa
-Je... Pues gracias.
-Por cierto, perdón por mi mal humor, hoy amanecí con el pie izquierdo. Me llamo Daisy-estrechó mi mano.
-Un gusto-le vi sonreír-Bueno, dame unos minutos para dibujarlo y estará listo.
-Ok-me contestó.
Me senté en una silla y sobre la mesa comencé a dibujar aquella imagen.
Los trazos aparecían por si solos casi, esos dibujos eran fáciles de hacer luego de ver a la propia Muerte en persona. Ciertas veces me la he cruzado en los cementerios. No nos dirigimos palabra, solo nos escrutinamos mutuamente. La Muerte era hermosa: su alta figura, su ancha capa, su rostro femenino derrochando belleza en los pocos gestos que hacia, sus labios carnosos y rosados, el castaño cabello cayendo hacia un costado, y sus ojos, verdes esmeralda, resplandeciendo desde la oscuridad que emanaba su figura... Hasta ese punto es bonita. Luego cuando intenta llevarte con ella se le esfuma toda la hermosura; se convierte en una siniestra calavera que te acecha hasta tenerte. Pero claro, a mi no podría llevarme, por momento.

Me sacó de mis grises pensamientos un leve empujoncito en mi hombro.
-Ey!
-Que?... Oh, discúlpame. Ya está- le mostré el boceto.
-Me encanta-admitió embelezada
-Siéntate en la mesa.
-¿Cómo?-sonó extrañada
-Sí, en la mesa, para poder hacer mejor el tatuaje, tú te sientas y posas tu pie en mi muslo.
-Oh, de acuerdo-se comenzó a posicionar

Saqué de mi enorme maletín los elementos de a uno: las agujas, los guantes de látex, algodón, alcohol, papel vegetal, la maquina de tatuar y por último, los tubitos de tinta negra, gris, blanco y rojo.
Me dispuse a arreglar la máquina, asignando casa cosa en su claro lugar, haciendo también la desinfectación de la zona que iba a tatuar.
Luego apliqué el dibujo en la pierna de ella, suavemente, evitando desperfectos. Acaricié la plantilla con mi mano, así la tinta quedaba mas impregnada en la piel de Daisy.
Con un extremo del papel fui despegándolo. Y al ver como había quedado levanté mi mirada hacia los ojos de la señorita que miraba estupefacta mi creación.
-Es muy lindo, dibujas excelente.
-Gracias. Y ahora comienza la parte mas dura. ¿Te has hecho tatuajes antes?
-Si, aquí.

Se levantó la remera mostrando unas líneas en su espalda baja, que iban desde un costado a otro. En letras góticas se leía: “se ven las marcas de la muerte por las ventanas del avión”
-Es lindo-digo tragando saliva, intentando no pensar en el viaje de esta tarde.
-Si, gracias.

Me pongo los guantes de látex, tomo la maquina con mi mano derecha y en la izquierda un trozo de algodón embebido en alcohol.
-Lista?- la observo desde abajo.
-Lista-repite.

La aguja penetró en la dermis de la chica, ella no se inmutó. Así, comencé el dibujo. Delineando los contornos de la figura oscura que había creado. Estaba asegurado que ese iba a ser uno de mis tatuajes preferidos.


-¿Estás bien?-pregunté sin dejarle de prestar atención a mi trabajo.
-Sí-rió.

Volví a remojar la aguja sobre el tubo de tinta negra, y al traspasar de nuevo la piel, la limpie con el algodón para poder ver el dibujo.

-Tienes mucha experiencia ¿no?- me preguntó
-Pues, no tanta, solo llevo 4 años haciéndolos.
-Wow, debes de ser un maestro en esto
-Mmm.-dudé- no, solo hago lo que me piden. Ademas hay tatuadores que llevan mas años tatuando.
-Ah, eres muy modesto, mira como lo haces-señaló el tatuaje-nadie que haya conocido hace algo tan magnifico, y eso que yo estoy en la movida de los tatuadores.
-Bueeeeno... Si vos lo decís.
Comenzamos a reír pausadamente, la escena comenzó a ponerse más cómoda.

-Cuéntame: ¿Por qué has decidido hacerte este tipo de tatuajes?-le pregunté curioso.
Se la notó pensativa, como reflexionando el por qué del dibujo.
-Em creo que por honor a un ser querido.
-Oh, ya veo-asiento levemente mientras sigo tatuando.
-Mas tiene que ver con un sobrino mío-hace una pausa-... Falleció ahogado.
-Mis condolencias
-Gracias... Solo espero que se encuentre en un lugar mejor.
-De seguro. Escucha, no quiero ser indiscreto, pero... ¿Cómo pasó?

Ella suspiró con pesar. Uh... Creo que metí el dedo en la llaga.
-Em, disculpa, no quise ser...
-No no es nada, despreocupate. La historia es bastante larga. No te aburrirás?
-No, para nada. Tu solo cuéntame, te sentirás mejor así.
-De acuerdo.-resopla- hace 8 meses que falleció, fue una perdida muy grande para mi, vivíamos aquí los 2, solos. El fue abandonado por mi hermano y yo me encargué de criarlo. Era todo en mi vida, irradiaba tanta luz.

Mientras me contaba, yo escuchaba atentamente, denotando que su voz no decaía, ni lloraba.
-El solo tenia 12 años, una tarde me pidió permiso para ir a jugar con unos amigos, yo solo le deje que juegue 1 hora y media. Y en vez de volver a la hora señalada, golpeo mi puerta un papá de su amigo, desesperado me dice: “Daisy, parece que tu sobrino se ahogó en el río”. Yo sin esperar nada, corrí al hombre de la puerta y fui directo hacia el río, que queda a unas 6 calles de aquí, corriendo hasta llegar. Lo primero que vi en la orilla fue a los amigos de mi sobrino, que lloraban agarrandose la cabeza. Sin pensar me lancé al agua, a buscarlo, por que no, mi sobrino no podía estar muerto, no debía... Al sacar mi cuerpo a la superficie me encontré con que el padre del chico había llamado a la policía. Ellos rodeaban la orilla y ni uno de los cobardes se atrevía a tirarse al agua. Banda de mariconas. Uno de ellos dijo “saquémoslo con la pateja”, y te juro que en ese momento si no fuera por que mi deber era sacar a mi sobrino de allá, le agarraba al policía y lo molía a golpes, metiéndole la pateja hasta en el alma.-
(*N/A: pateja es una cuerda con varios anzuelos que se usa para pescar más de un pez al mismo tiempo, o sea, que el policía quería sacar al cuerpo incrustándole los anzuelos*)

Daisy tosió a causa del tercer cigarrillo que fumaba.
-Luego de 30 minutos-continuó- se zambulló un vecino de la zona, que conocía muy bien esas aguas. Al salir, dijo “esta acá mismo” y volvió a zambullirse. Salio con el cuerpo de mi ya fallecido sobrino en brazos, lleno de barro. Se lo había chupado la arena. Y de ahí todo es historia. Para todos los de aquí es como una muerte más, pero solo a mi es a quien le queda la duda y el vacío, la duda por no saber si el se suicidó o si lo tiraron al agua, ya que el no sabia nadar. Y el vacío por que nunca más lo volveré a tener conmigo, por que los rastreros de sus amigos tienen la culpa por haberlo llevado ahí. Pero como se dice “en la vida todo se paga, y si no se paga acá, cuando te mueras, te espera una gran agonía eterna”
-Eso es cierto-confirmo, yo ya había visto mucho de esa agonía.
Que dolor ha sufrido Daisy, y aun así no lloró ni se desmoronó en ningún momento.
En realidad morir ahogado es una de las muertes más feas y dolorosas.

-Ya esta terminado, míralo en un espejo.
(n/a: este es el dibujo que representaria al tatuaje)

Se levanto emocionada y fue a observar mi obra. Mientras tanto vi mi reloj: 12.35. Ya debería volver al hotel.
La señorita al volver, sonrió de manera resplandeciente.
-Está hermoso, impresionante, me fascina-dijo todavía mirando su pierna.-muchísimas gracias Bill
-De nada-dije juntando algunas de mis cosas- me temo que debo irme.
-Oh... No te quieres quedar a almorzar? Fred me ha contado que estabas solo y creo que te costara trabajo cocinar y comer sin nadie.
-Estoy acostumbrado-levanto los hombros, sí, tantos años conviviendo en soledad ya ni dolía vivir solo.
-¿Quédate si? No me gusta estar tan sola.

Ella estuvo a punto de abrazarme, su alma solitaria había sufrido mucho ante el extravío de aquel ser querido. No pude resistirme al verla así.
-De acuerdo, me quedaré- a modo de respuesta sonrió lastimosamente.
-Ok ya me pongo a cocinar. -se dio la vuelta-Ah! Por cierto-volvió a girarse hacia mi-¿Cuánto te debo?

-Ja, nada, lo hice gratis.
-Eh, no Bill, te salió de mil maravillas, como no te voy a pagar?
-Pero no, no me debes nada, en serio.
-Bill, sí. Te voy a pagar y listo.
-Bueno... Entonces te cobraré...um... Un buen almuerzo y...5 euros.
-No, te daré 10
-Lo que digas entonces.
-Ja ja.

Mientras ella buscaba los elementos para cocinar, volví a sentarme y arreglar mi maletín y mis pertenencias.
El aura que ocupaba el lugar era calido, pacifico, beneplácito.

Daisy se trasladaba por la cocina de un lugar a otro, y una luz resplandeciente se movía a la par de ella.
Y en el momento que iba a hablarle a esa luz, interrumpió mis pensamientos el sonido de mi celular.
Veo la pantalla: “Gustav”... ¿Qué necesitaría? Descuelgo y me lo llevo al oído, levantándome de la silla y alejándome un trecho de allí.

-Gus?
-Bill! ¿Cómo estas?
-Bien, ¿a que se debe la llamada?
-Es 1 de octubre, ¿te fuiste de Luxemburgo?
-No aun, viajo a la tarde, aquí es mediodía.
-Ok, escucha: hemos quedado con los chicos que nos quedaríamos hasta el 30 de diciembre en nuestro próximo país. El 31 nos reuniremos. Yo ya estoy en Nepal.
-Ajam, y ese cambio de mes por que?-puse mi mano libre en mi bolsillo.
-Para encontrar más difuntos a fondo, además se acercan Las Fechas.
-Oh! Cierto!- me golpeo la frente con mi mano.-me había olvidado.

Llamamos Las Fechas a los días desde el 30 de octubre hasta el 3 de noviembre, donde más concentración de muertos aparece, y donde más trabajo por noche recibimos.
-Bueno-siguió Gustav-¿Cuál es tu siguiente país?
-Alemania-hable con un tono apenado.
-Oh, Billy...
-Si ya sé-asentí- no pienses que iré a buscar a mis padres; no lo haré, mucho daño me hicieron ya...
-Bueno, Bill no te sientas mal, no pienses mas en ellos. Tengo que colgar. Cuídate.
-Ok, Gus, tu también
-Adiós.

Alemania me hacia sentir frágil, un titán con garras enormes queriendo hacerme vivir una vida patéticamente “normal”. Hace 2 años que no iba allí. Pero uno debe enfrentar sus miedos.
Lo cierto es que temía encontrarme con mis padres, esas personas que me formaron, que me trataron como su hijo sólo hasta los 6 años. De ahí en adelante ya no era eso, era un engendro. Alguien anormal en su mundo extremadamente superficial.
Quizás por eso comencé a ver muertos, para ver de otra perspectiva el mundo, no solamente lo “material” en todos los sentidos.

Sin darme cuenta, la mesa ya estaba puesta; volví hacia ella mientras que Daisy servia la comida.

-Trabajo, ¿no?
-Si-exclamé-mucho.
-Te entiendo.

Trajo hacia mí un plato lleno de pasta humeante aderezada con un poco de salsa.
-Um... Debe estar delicioso-digo.
-No... Es común, cualquiera lo prepara así.-me dice la chica mientras se dispone a sentarse cerca mío y comer.

Doy un primer bocado al almuerzo. Qué modestia la suya.
-Wow-hablo con un poco de pasta en mi boca, terminando de engullirla-está exquisito
-Jé...
-Te lo digo en serio, nunca probé una pasta tan sabrosa.
-Ja ja, que bueno! Soy la primera...
-Ja ja

Seguimos almorzando mientras hablamos de cosas vanas como el clima y la política, hasta que volví a ver esa luz blanca.

-Por cierto: como se llamaba tu sobrino?
-Ulises-contestó seria.
-Ulises- copio asintiendo.
Cuando llamé a esa luz por su nombre, pude ver su rostro mirándome, un niño angelical, tranquilo, sin ningún espectro, sin guardar rencor, con el cuerpo un tanto hinchado, pero aun así adorable.
-Yo no me suicidé- me dice Ulises, y luego roza con un dedo la nuca de su tía.

Ella solo se estremece.

Luego de esa aparición seguimos hablando cómodos, hasta que llegó el momento de irme.
Ella me acompañó hasta la vereda junto con su perro, que ya no me ladraba.
-Ulises esta en un mejor lugar, y te aseguro que él no se suicidó.
-Ojalá sea así.

Quedamos mirándonos sin saber que hacer, hasta que me abalancé y la estreché en mis brazos. Un abrazo que los dos necesitábamos.
Al soltarnos me susurró “muchísimas gracias por todo”
-De nada-le contesto de la misma forma.-era mi deber.

Nos terminamos saludando con la mano.
2 almas solitarias y tristes, que habían compartido una agradable mañana.


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Luego de bañarme, maquillarme y ponerme unos vaqueros cómodos, una playera gris lisa y unas gafas de sol, partí hacia el aeropuerto, llevado por un taxi.

Al llegar al lugar donde me llevaría a mi país, pagué al pobre hombre y saque mis pertenencias de su auto. Tenía 2 maletas, un bolso y capa en mano.

Entré por las puertas de vidrio y me dirigí rápidamente a arreglar mi boleto y mi pasaporte en una fila de sillas azules. Al tener todo bajo control, saqué un libro que días antes decidí leer. Se llama “El Alquimista”; es muy bueno. Leí una frase y lo cerré, reflexionándolo en mi mente.
“Solo aceptamos una verdad si primero la negamos desde el fondo del alma”
Me he dado cuenta de cuantas veces me negué a pensar que estaba solo, sabiendo que de verdad era de esa forma. Y lo sigo estando.

Miro fijo las baldosas, pensando en que estoy cansado de tener por compañía a la inmensa soledad. Interrumpe en mi mente, la voz que avisa por los parlantes que mi vuelvo va a partir.
Guardé el libro rápido y me pare de allí, dirigiéndome rápidamente hacia la puerta de salida que daba al avión. Nadie me había acompañado, nadie me saludaba con lágrimas en los ojos, nadie se abrazaba a mí, haciendo eterna la despedida. Nadie interponía mi andar, nadie me declaraba cuánto me iba a extrañar en mi ausencia. Nadie estaba conmigo.

Mis maletas pasaron sin problemas por la aduana y como mis boletos estaban en condiciones, fui uno de los primeros en adentrarme en el avión.
Las personas pasaban a sentarse y acomodarse en sus debidos asientos, todos ensimismados en ellos mismos. Como yo.

De ver tanta gente subir, mis ojos cansados fueron bajando la guardia dándome un merecido descanso.

Entré en el ennegrecido sueño: se agolpaba en él una persona, pero por la ligereza de sus movimientos no podía divisar cara. Era un titile fugaz.
Sus movimientos se volvieron más lentos. Era un difunto, un chico con rastas rubias y ropa ancha. Su mirada me era reconocible.

“Bill” “Bill” me susurraba... Al momento de terminar de llamarme quedó frente a mi, mostrando claramente su cara. Él era... Hermoso.
En el momento en que vi sus ojos, me quede asombrado, en vez de un muerto parecía un ángel.

“Hola Bill”
-“Hola”-conteste confuso
“¿Puedes rescatarme?”
“¿Puedes rescatarme?”
“¿Puedes rescatarme?”
“¿Puedes rescatarme?”


Y ahí, mi sueño dio un latigazo, mostrando verdaderamente quien era él.
El fue aquel niño, el primer difunto que yo... Que era idéntico a... Mi...

“Nunca mas estarás solo...Yo estoy a tu lado, Bill”

1 comentarios:

Anónimo dijo...

ho...
ke lindo me gusto la ultima
frase
esta genial tu fics me encanta
ya tienes un fan XD
incondisional :D

 
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